1. Catedral de Sevilla y la Giralda

Es la catedral gótica más grande del mundo y un verdadero símbolo de la ciudad. Construida sobre la antigua mezquita almohade, este imponente templo alberga el mausoleo de Cristóbal Colón, además de altares, capillas y retablos de incalculable valor artístico.
La Giralda, su famosa torre campanario, fue en su origen el alminar de la mezquita. Subir a lo alto de la Giralda ofrece una vista panorámica incomparable de Sevilla, y es una experiencia que ningún visitante debería perderse.

Este complejo palaciego es una joya de la arquitectura mudéjar y uno de los palacios reales en uso más antiguos del mundo. Los Reales Alcázares combinan estilos islámico, gótico, renacentista y barroco, en un entorno lleno de jardines, fuentes y salones decorados con un nivel de detalle asombroso.
Pasear por sus estancias es como adentrarse en un cuento de las Mil y Una Noches, con espacios como el Salón de los Embajadores, el Patio de las Doncellas o los jardines del palacio, que parecen sacados de una pintura.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este edificio renacentista alberga millones de documentos históricos relacionados con el descubrimiento y la colonización de América. El Archivo General de Indias es una visita fascinante para quienes desean conocer más sobre el papel de Sevilla durante la época de los grandes viajes y la expansión del Imperio Español.
Mapas, cartas y manuscritos originales permiten entender cómo Sevilla fue el epicentro del comercio transatlántico durante siglos.

Situada en el Parque de María Luisa, la Plaza de España es uno de los lugares más fotogénicos de Sevilla. Construida para la Exposición Iberoamericana de 1929, su estilo mezcla elementos renacentistas y mudéjares con detalles típicos andaluces.
El canal navegable, los puentes decorados con cerámica y los bancos con azulejos representando cada provincia española convierten este espacio en un lugar único. Es habitual ver espectáculos de flamenco improvisados en sus arcos.

Una de las estructuras más modernas de la ciudad, Las Setas ofrecen un interesante contraste con el pasado monumental de Sevilla. Esta estructura de madera es considerada la más grande del mundo en su tipo y se ubica en la Plaza de la Encarnación.
En su parte superior, una pasarela panorámica ofrece una vista de 360° de la ciudad. Además, cuenta con un mercado, restaurantes y un museo arqueológico en el subsuelo.
Ideal para ver el atardecer en Sevilla desde un punto de vista diferente.

Hoy sede de la Universidad de Sevilla, esta majestuosa construcción del siglo XVIII fue una de las fábricas de tabaco más importantes de Europa. El edificio inspiró la ópera Carmen de Bizet y conserva un aire señorial con patios, fuentes y una arquitectura robusta.
Recorrer sus pasillos es revivir parte de la historia industrial y literaria de la ciudad.

A orillas del río Guadalquivir, la Torre del Oro es una antigua torre de vigilancia almohade del siglo XIII. Su nombre proviene del reflejo dorado que proyectaban sus azulejos al sol.
En la actualidad alberga un pequeño museo naval que repasa la historia marítima de Sevilla. La vista desde lo alto de la torre ofrece una perspectiva única del río y del barrio de Triana.

Aunque no es un monumento en sí, el Barrio de Santa Cruz es una de las zonas más encantadoras y con más historia de Sevilla. Antiguamente fue la judería medieval, y hoy conserva sus callejuelas estrechas, patios floridos y plazas escondidas.
Es el lugar ideal para pasear sin rumbo, descubrir leyendas como la de la Susona, y empaparse del ambiente más romántico de la ciudad.